Vaya por
delante mi repulsa total a un asesinato repugnante como el de la presidenta de
la Diputación de León. Nada justifica la muerte de un ser humano, como tampoco la
venganza. Tenemos un estado de Derecho donde los litigios han de resolverse
usando medios pacíficos y como último recurso la Justicia.
Dicho esto
tenemos que analizar el caldo de cultivo que ha hecho que se produzca tan luctuoso suceso.
Una
inspectora de Hacienda llega a presidenta del PP de León y de su Diputación
ostentando además una docena de cargos más con unos ingresos impresionantes.
Aparte de que es difícilmente explicable que esta señora tuviese tiempo para atender
debidamente a tantas responsabilidades si estudiamos el por qué de llegar a donde llegó veríamos que muy probablemente y como la inmensa mayoría
de militantes del PP ( y del PSOE) casi nunca es por méritos sino por obediencia
perruna, sumisión total al que manda y multitud de favores hoy por ti y mañana
por mí. Y quien disienta no sale en la foto.
La historia
de amores, odios, enchufes líos de cama, sobres , etc es lo común en este
partido. Y yo no digo que todos sean así pero, desde luego, si no eres de la “familia”
poco futuro tienes dentro del partido. No suele llegar la sangre al río salvo en este desgraciado caso, pero las venganzas son frecuentes.
Porque el
Partido Popular no es democrático, contraviniendo el artículo VI de nuestra
Constitución, aunque en apariencia lo sea. Hecha la ley hecha la trampa. Todos
son chanchullos para colocar a sujetos, en muchos casos sin mérito alguno en
las listas cerradas para que el ciudadano ignorante de todo esto y que vota con
las vísceras lo “elija”.