La vicepresidenta
del gobierno Soraya Sáenz de Santamaría ha anunciado una reforma de las Administraciones
públicas para reducir el cuantioso gasto que aquellas suponen.
Luego de
negar, Mariano Rajoy, una y otra vez estas reformas, ahora se anuncia y en
lugar de hacerlo el Presidente del Gobierno lo hace la número dos.
Sorprenden
pues dos cosas: una que una tema muy importante no lo anuncie el presidente y otra que luego
de negar varias veces a hacerlo ahora diga que sí que hará la reforma de la administración.
Esto da a entender
que tenemos un presidente sin proyecto y que improvisa sobre la marcha. Y otra
la mala educación y la cobardía política de parapetarse tras su vicepresidenta.
La respuestas
de las CC.AA ha sido contraria a la reforma y va desde el absoluto desprecio
por parte de Cataluña, pasando por el “tenemos nuestro propio plan de los
vascos” hasta el “no se hacen reformas porque van contra el estatuto” de otras.
Porque mucho
me temo que si el gobierno del PP quiere aplicar sus reformas se va a encontrar
con la negativa de muchas CC.AA. que se van a parapetar en las leyes
autonómicas y las transferencias para no obedecer al gobierno.
Es decir que
la montaña acabará pariendo un ratón y me temo que esto se quede en nada.
La reflexión
final es que este disparate autonómico ha creado 17 mini estados y el gobierno central
es una mera comparsa que ni pincha ni corta.
Y esa es la realidad. Si queremos que exista España
acabemos con las autonomías y con los privilegios de la Casta parasitaria
1 comentario:
El comentarista da en la llaga: España se va al garete por culpa de la debilidad de sus instituciones. En 35 años, los mismos que llevamos con esta "especie" de listocracia, se ha primado el PESEBRE y no el bien común; se ha dejado que campen a sus anchas los nacionalismos más aberrantes, incluso con "bandas terroristas", mientras los pesebristas miraban para otro lado, en vez de dar un carpetazo sobre la mesa y poner fin a este esperpento. Y ahora no hay quién lo arregle, por las buenas me refiero. Cada cual tirando de su carro y España a la deriva, al pairo. Uno, muchas veces, siente la tentación de hacer suya aquella celebre frase, creo que de Ortega, que decía: "somos españoles los que no podemos ser otra cosa". ¡Los que no podemos ser otra cosa...! ¡Que Dios nos coja confesados!
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