Los indignos y los indignados

                  

Están callados, escondidos, acobardados pero no creo que avergonzados. Perdieron la dignidad hace mucho tiempo, desde que decidieron abandonar los principios y dedicarse solo a la obediencia fructífera.

Carecen de ideología como sus compañeros de viaje. Funcionan como una empresa captadora de votos por lo que el marketing es más importante que las ideas. Se le vende al ciudadano lo que estos desean y luego, una vez conseguido los escaños, hacen lo que les da la gana porque la ley, redactada por ellos mismos no les exige casi nada.

No darán la cara, son demasiado cobardes para dar explicaciones y para condenar los hechos. Confían a que escampe y funcione el pacto bajo la mesa camilla: tapar los casos de corrupción de su partido y los de los otros compañeros de La Casta.

A veces alguno irá a la cárcel, casi nunca los jefes, y por poco tiempo. Y por las molestias les pagarán espléndidamente y luego se las apañarán para que la justicia los indulte. No es la primera vez que ocurre. Pero el dinero saqueado a las arcas del Estado, a los militantes o el obtenido mediante extorsión y otros chanchullos a las empresas, nunca lo devolverán.

Mientras, los ciudadanos pasivos e indolentes se siguen dejando robar y convencer que los ladrones son los otros, los de los partidos al que ellos no han votado.

De esta forma el ciudadano pasa a ser súbdito o siervo de la gleba cuyo fin es pagar impuestos, para que La Casta viva espléndidamente, y la mayoría están desempleados o con salarios de hambre condenados a una vida paupérrima o a emigrar al extranjero.

Mientras tanto, gobiernos extranjeros conscientes de nuestra debilidad sacan tajada sea en Gibraltar, en Marruecos, en Argentina, en Bolivia,…

El pueblo español aunque indignado no reacciona, se deja domesticar por los indignos, no sabe emplear ni su voto ni su voz.

 ¡Pobre España!.