Un mundo infeliz

15 de enero de 2070, sexagésimo año triunfal. Me levanto a las 6 de la mañana para ir a trabajar. Estoy aterido de frío ya que la central de energía eléctrica solar no suministra servicio hasta las diez de la mañana cuando ya luce bastante sol y solo si no está nublado. Me lavo con agua fría de una jarra porque la bomba del agua de mi comunidad evidentemente tampoco funciona.

Estoy preocupado. Hoy los de Sitel visitan la fábrica y harán una selección para entrevistar. Hace dos años detuvieron, acusados, de espías contra nuestra taifa andaluza, a 10 compañeros. Y me da miedo saber que en casa tengo escondido un mini receptor satélite, comprando clandestinamente, para escuchar, Radio Pirenaica, la emisora rebelde que emite desde no se sabe dónde.

A las 6:30 estoy en la calle y tomo una de las desvencijadas bicicletas municipales por la avenida Libertador Rodríguez Zapatero con su mezquita y su enorme minarete. Necesito hora y media para llegar al trabajo. Aun recuerdo como mi abuelo me comentaba que tenía un automóvil e iba a todos lados cómodamente montado en él. Pero ahora todo el mundo usa las llamadas “torricicletas” en recuerdo al que las instauró. Dicen que pronto inaugurarán la segunda línea del metro, pero yo no me lo creo. Además esa no me llevaría a mi trabajo.

La calle es un hormiguero de bicicletas. Los rostros de los conductores somnolientos y ateridos de frío, muestran sus pocas ganas de ir a trabajar. Aunque realmente se trabaja poco. Después de un siglo de socialismo el paro no existe porque un puesto de trabajo lo ocupan tres personas con un sueldo de la tercera parte. Las empresas privadas hace tiempo que dejaron de existir. Ahora todo el mundo es funcionario. Las Pymes desaparecieron hace mucho y las únicas multinacionales son las que tiene acuerdos especiales con el gobierno.

Me acerco a la colonia Simón Verde y una enorme alambrada me recuerda que es una de las llamadas “Ciudades Prohibidas” ( la otra es Zaudín) donde viven los altos cargos del régimen tanto los del gobierno como los de la oposición ( que lidera el tataranieto de un tal Javier Arenas III de no muy buena imagen) que viene a ser lo mismo. Se rumorea que tienen fluido eléctrico las 24 horas, tiendas con todo tipo de productos y hasta piscinas. Todo un lujo.

Paso junto a un cuartel. El soldado marroquí me mira con ojos despectivos. Luego de darles Ceuta y Melilla, Marruecos asumió nuestras competencias de defensa en la taifa andaluza a cambio de que los ciudadanos cristianos paguemos la yiza, que así se llama el impuesto.

La Federación de Taifas de Ibéricas es muy diferente a aquel país que me comentaba mi abuelo, llamado España. Decía que entonces Cataluña y el País Vasco formaban parte de nuestro territorio y que los ingleses no poseían toda la bahía de Algeciras como ahora. Se la cedimos para una feria de muestras y ahora dicen Santa Rita, Rita. Además entonces éramos la penúltima región española en PIB pero ahora la taifa Extremeña nos ha superado hace tiempo.

Pienso que otros han sido más desafortunados. El País Vasco fue ocupado por Francia cuando los primeros intentaron una guerra para “recuperar lo que llamaban el País Vasco Francés. Los franceses ocuparon todo el territorio porque los heroicos soldados vascos, los gudaris, se rindieron al oír el primer tiro con la excusa de que no se destruyesen sus fábricas y ahora allí solo se habla francés y pertenecen al departamento de los Pirineos Occidentales. A los catalanes les fue mejor porque un general de su ejército, con chistera y alpargatas, curioso uniforme, en una operación ultra rápida conquistó las taifas valenciana y mallorquina. Y siguen con el “negoci” en todas las taifas de Iberia.

Las calles están sembradas de vallas publicitarias de color verde, el de la Junta de Andalucía, con eslóganes de todo tipo en aljamiado, nuestro idioma actual, como “Andalucía imparable hacia la vigesimoséptima modernización sostenible”, “somos el orgullo del Tercer Mundo, “Patria o muerte”, etc. Al enfilar el puente que atraviesa le Guadalquivir, veo la Dehesa de Tablada o Parque Ecológico Gómez de Mediopelis", inundada artificialmente y llena de ratas y mosquitos. Enfrente sobre una colina en Ciudad Chaves, antiguamente llamada San Juan de Aznalfarache. Veo el enorme monumento en la cima, es un inmenso cabezón calvo, en memoria de Manuel Chaves I, libertador de Andalucía y padre la patria. Sus enormes ojos se clavan en mi como vigilándome. Como un Gran Hermano que todo lo controla…

(Me desperté con un sudor frío y temblando. Creo que cené demasiado).