Mariano nos pide paciencia. Y que vivamos del aire mientras él
tiene de todo.
Mariano es funcionario con padre y hermanos. En su vida no
ha visto otra cosa que gente aprendiendo de carretilla cientos de temas para recitarlos
en unas oposiciones. No quito mérito a esta tarea pero no es la única, ni
siquiera imprescindible para ser un buen profesional.
Mariano conoce los escalafones, las plazas en propiedad, las
tomas de posesión, las excedencias. Su aspecto es rancio como rancia ha sido su
vida.
En las fotos de su despacho Mariano aparece parapetado tras
portafirmas. Es un hombre de papeleo que no sabe idiomas ni tecnología, ni
siquiera como usuario. Tampoco es un hombre de letras sino de papeles.
Ideológicamente Mariano no es de derechas ni de izquierdas aunque admira a los que profesan la segunda ideología que aspira a que el 100 % de la población sean funcionarios, aunque les voten los de la primera, engañados porque no ha cumplido nada de lo que dijo en la campaña electoral.
Mariano es muy de pueblo, de esa España en blanco y negro,
acomplejada, de Seat 600 y bigotillo de
hormigas. Por ese siente tan incómodo fuera de España.
Mariano fue un opositor brillante que en seguida pasó a la
política. No se baja de un coche oficial desde hace más de treinta años. Jamás
trabajo en contacto directo con la realidad. No sabe lo que es comenzar por un
trabajo humilde, partirse la cara trabajando e ir ascendiendo poco a poco.
Durante el tardo franquismo la ilusión de muchos padres era
tener un hijo que ganase una oposición o sea tener un Mariano. Trabajar en la empresa privada era de
fracasados. Nada había mejor que la teta estatal que siempre manaba leche a quien
se aferrase a ellas. El Estado era el edén para muchos. Fuera de él solo había
la nada. Por eso Mariano no piensa adelgazar el Estado y seguiremos con los costosísimos más de 8000 municipios, las cincuenta y tantas diputaciones y nuestras 17 autonomías. Reducir es sería echar a la calle a legiones de enchufados algo que no va a hacer porque un Estado hipertrofiado tiene mas de los de su clase. Prefiere que el derroche se siga cometiendo a costa de empobrecer a los ciudadanos.
Para Mariano el ascenso en política era otra oposición solo que
esta vez restringida. Cuando alcanzó varios trienios tuvo acceso a unas
oposiciones digitales, de esas que solo acuden un puñado de privilegiados y por
acumulación de punto debido a su antigüedad accedió a presidente de una
Diputación. Luego subiendo en el escalafón llegó a ministro para más tarde en Valencia, en un concurso oposición restringido con sola una plaza y con el tribunal amañado, ser
Presidente del PP para al final ser Presidente del Gobierno por incomparecencia del rival.
Mariano vive rodeado de una cohorte de funcionarios
nombrados por libre disposición, o sea a dedo y que comparten los privilegios con
él y que pueden corromperse mientras no se enteren ni la prensa ni los jueces.
Los otros, los funcionarios de toda la vida, los de verdad, viven ocultos y
ninguneados sin merecimientos para pertenecer a la Casta.
Mariano no sabe lo que es una empresa ni lo que es el
empleo. Por eso puso de ministra a una señora que jamás ha trabajado fuera de
la política.
Con un concepto autoritario del poder, Mariano, manda sin
importarle que los ciudadanos son personas. Para él tan engreído, solo son peones
que el maneja y que tienen que esperar sus designios porque ellos no son nadie. Teme contaminarse de ellos y por eso aparece ante la prensa a través de una pantalla.
Mariano protege a la Casta, sea de su partido o de aquel del
puño y la rosa. El oculta sus vergüenzas gurtelianas y tampoco permitirá que a
los otros les caiga el peso de la ley. Porque entre colegas, oye, un respeto. Y robar para el partido es algo que hay que
perdonar y no como esos súbditos que tratan de ocultar unos cientos de euros a Hacienda.
¡Qué hagan como los que saben hacer y metan el dinero en Suiza!. Porque Mariano
es fuerte con los débiles y débil con los fuertes.
No es un hombre valiente, ni decidido, ni tiene el don de
gentes. Porque a un opositor no se le exige eso. Y para el todo fuera de las
oposiciones no significan nada.
A Mariano no le gustan los desfiles militares y por eso los
suprime, tampoco le apasiona España. Sí le gustan los nacionalistas y es
comprensivo con los terroristas los que
da dinero a los primeros y legaliza a os segundos. Aparte de los temas que estudió en su
oposición solo ha leído el Marca y poco más.
Hay dos personas que Mariano aborrece en grado sumo. Una es Esperanza Aguirre porque representa lo que él nunca se atrevió ni pudo ser y otra Rosa Díez porque le descubre sus vergüenzas. Con la primera se abronca en privado y con la segunda en público.
Un bien día Mariano se irá, probablemente lo echemos a
patadas. Pero como su antecesor Zapatero, vivirá plácidamente con un sueldo más
que suficiente y como qué nadie le pedirá cuentas del por qué contribuyó tanto
a destruir España. Porque él tiene” la plaza en propiedad”.