Los Rojos, su ecosistema y progremorfosis hasta llegar a los actuales sociatas

Las primeras noticias que tengo sobre los rojos (bermellum sociatensis), se la debo a mi padre cuando me hablaba de tiempos remotos en los que por lo visto los españoles discutíamos a tiros y no en el Cogreso. Yo me los imaginaba con cuernos, rabo de punta y tridente entre llamas infernales. Pero no sabían si existían realmente o no porque en aquella época todo el mundo decía ser adicto a un señor bajito, gordito, de voz atiplada y muy mal leche que salía en el NODO del cine de mi pueblo.

Luego cuando pisé la universidad por fin pude ver los primeros rojos en cuerpo y alma (bueno alma no porque los rojos no creen en esas cosas). Y la verdad que se notaban enseguida por su atuendo. El macho de la especie vestía pantalón de pana, jersey de lana gorda y cuello alto, botas marca “La Bellota” y gafas redonditas y de concha. Completaba su “look” con melena y barba descuidada. Iban a clase con un zurrón al hombro donde se supone que llevaban libros o marihuana, no se.

Las rojas también tenían un aspecto sui generis: faldas largas, como de casa de mala calidad, color ala de mosca, “a la lejía”, comprada en alguna tienda de Lavapiés importadora de productos la India. Calzaban sandalias tipo “Nuevo Testamento” y un montón de pulseras de pelo de elefante o de cuerdas adorando sus manos cuyos dedos se adoraban con anillos de estaño u otros metales nada nobles. Respecto a su pelo estaba en guerra constante con el peine y el champú.

Los rojos del tardo franquismo iban a la universidad pero casi nunca a clase. Presidían siempre el departamento de cultura de los estudiantes en un cuchitril que les cedían en las facultades y escuelas donde no nos dejaban entrar a los no-rojos y supongo que allí celebraban sus aquelarres marxistas. Luego en las noches se ponían morados de tintorro manchego de ese que les llegaba a los bares en garrafas de plástico. Su casa era siempre una buhardilla bastante mugrienta del barrio de Malasaña que olía siempre a sándalo ( o sea a rayos) y donde un poster de Trotsky presidía la habitación.

Estos rojos más que serlo realmente eran antisistema, se ponían al dictador y de ahí no pasaban por lo que en su idealismo sucumbieron cuando apreció una especie de rojo mutante: el progre. El progre vino al llegar la transición. Seguía llevando barbas, ellos, pero ya mas recortadas y ellas empezaron a ir a la peluquería e incluso a depilarse. La ausencia de bigote, las ciencias avanzaron que era una barbaridad, nos hizo ver que detrás de esa jerga “progretaria” se escondía una mujer, si señor.

Pero pasa el tiempo y el progre se va aburguesando, se ve que el vil metal capitalista los cambia. Ellos cambian del traje de pana por de pelo de camello y la trenka por los chaquetones de Hermes Govantes. Ellas del vestido a la lejía y las sandalias tipo “La vida de Bryan” al traje chaqueta de Vittorio & Lucchino y a los zapatos de tacón de Manolo Blahnik. Este nuevo espécimen, mutante del anterior es el llamado “pijoprogre” que tiene adosado en el extrarradio y apartamento en la playa, compran “El Páis” los domingos y trabaja en la Junta de Andalucía a donde accedió de diversos modos menos por oposición libre, que eso sería cosa de fachas. Ya no aspiran a hacer la revolución sino a hacer cada verano un viaje exótico, comprar su tercer coche, pagar el cole privado de la parejita y solidarizarse de boquilla con todos los dictadores del orbe amen de llorar amargamente por ese hipotético cambio climático culpa de Bush, Aznar y del que escribe este artículo.

Bien mirado yo me quedo con los rojos antiguos, aquellos del 2CV de segunda mano, las copas por Argüelles, el té con limón en las cafeterías más viejas del viejo Madrid (Viena, etc.), sus banderitas rojas con las herramientas perseguidos por los “grises”, su discurso marxista sin haber leído nunca a Marx ni haber conocido a un obrero en su vida y su Internacional cantada el 1 de mayo. Su idealismo cándido tenía su puntito romántico y de ternura y miren Vds es que uno es un romántico empedernido. El PTE, la ORT, la JGR, desaparecieron hace mucho tiempo ya.

( la foto es de la concentración anual progretaria de Rodiezmo, dando los gritos de ritual mientras con la mano derecha se agarran un cuerno)