Veintiocho
de Febrero, el “Día de Andalucía” según se desprende del calendario.
Muchos dan
por hecho este día pero apenas unas décadas este evento no se celebraba.
Porque Andalucía
es más una referencia sentimental que otra cosa. Nunca fue una nación y se
formó como región por decisión
administrativa a principios del siglo XIX. Porque si el gobierno de
entonces toma otro criterio seríamos Reino de Granada y Reino de Sevilla,
Andalucía y Granada, Sevilla y Andalucía, Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada, etc.
Somos
Castilla Novísima, el sur del reino de Castilla, repoblada por castellano-leoneses
y vizcaínos y con un mínimo aporte de
sangre árabe dado que estos abandonaron masivamente la región al ser
reconquistada. El moderno estudio
de los fenotipos lo demuestra.
Tenemos pues
mucho de hispano-romanos, de castellanos y poco del resto. La hipotética gran
influencia islámica en nuestra tierra es falsa por mucho que los inventores de
la Historia traten de hacérnosla ver intentando justificar una nación que jamás
existió.
La Comunidad
Autónoma de Andalucía es un ente artificial y político, creado con la idea de “café
para todos” para contentar a los nacionalismos periféricos. A la postre, las
supuestas ventajas de la descentralización no se han producido y seguimos
siendo la penúltima región en PIB per cápita exactamente igual que antes de la
venida de la democracia.
Andalucía
tiene una bandera con un color verde propio del Islam y no de los pobladores
actuales de nuestra tierra y, aunque el Estatuto lo diga, Blas Infante no es el
padre de la patria andaluza sino un político de segunda fila que jamás
consiguió apoyo significativo en nuestra tierra y que en su delirio se hizo hasta
musulmán algo que siempre silencian los biógrafos a sueldo del poder.
En las
escuelas y en los medios de comunicación se nos ha vendido una historia de Andalucía
falsa, y un concepto de nación de pandereta que nos haría reír si ni fuera un
tema tan grave.
Y Vdes dirán, ¿para qué sirve la autonomía?: Pues para que unos pocos manejen un elevado presupuesto
y se queden con mucho dinero. Hablando en plata: para que una minoría robe a
una mayoría a la que mantiene anestesiada con limosnas, llamadas subvenciones,
y con el comecocos de los medios de comunicación que en gran parte comen
del mismo pesebre.