Yo llevo
años en política y veo que el mayor peligro de un partido es el riesgo a una
deriva autoritaria.
Se habla
mucho de democracia, la verdadera, la de un hombre un voto, pero en muchos lugares
esta democracia se prostituye por el
invento electoral de los delegados o compromisarios que son elegidos por circunscripciones usando métodos
mafiosos como el anunciarlas donde nadie las ve, presionar a los votantes o al
candidato alternativo, anular votos, duplicar
avales para que sean nulos, etc.
De esta
manera dos personas de medio pelo han sido nombrados candidatos de los partidos
más votados en nuestra tierra para gobernarla y uno de ellos lo hace ya. Y un personaje que
ha traicionado a su votantes en toda España.
Todo esto es
una burla del artículo 6 de nuestra Constitución que obliga a la democracia
interna en los partidos y que en muchos casos no se cumple.
Hubo un partido,
casi extinto ya, de un banquero que montaba los congresos en Madrid y no permitía
el voto por correo para que ganaran los suyos. Y cuando se le rebeló la tropa empezó
a nombrar a dedo.
Empezamos la
andadura de VOX. Habrá corrientes internas y eso es admisible e incluso
positivo. Pero debemos crear un partido democrático donde los cargos se voten
por sufragio universal y las personas elegidas sean apoyadas por todos. Y los
no elegidos cuenten con nuestra simpatía porque tuvieron el valor de presentarse.
Si superamos
estos escollos iremos en la buena dirección pero “Velad, pues, porque no sabéis
ni el día ni la hora” (Mateo 25:13), cuando se intente el riesgo de una
involución democrática
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