“Discusión a voces, a gritos… Se escuchaban por toda la sede. En años que llevo en la Ejecutiva, jamás había vivido una situación como esa…”
Así resumía una persona muy conocida del partido la reunión de la otra tarde-noche en la planta séptima del número trece de la calle Génova de Madrid. Reunión en la que Javier Arenas trataba al parecer de forzar una postura pública desde la dirección del partido que le arropase a él y marginara a una Esperanza Aguirre que le está poniendo las cosas difíciles con sus señalamientos directos…
Y es del todo comprensible, ya que no tiene nuestro Vicesecretario de Política Autonómica demasiados resortes en los que fijar su permanencia, salvo los métodos búlgaros que ordena disponer a sus secuaces para los congresos nacional, regionales y provinciales. Antaño disfrutaba de las mieles que lograban sus compañeros, que no amigos, Aznar, Rato, Álvarez-Cascos, etc., pero hoy día ni siquiera su suegro, don Manuel Olivencia, le puede ayudar. Su afán por ir controlándolo todo poco a poco ha provocado una marea de rémoras que, como él, gozan de la mediocridad suficiente como para ser escogidas para puestos de dirección orgánica y se aprovechan de los éxitos y esfuerzos ajenos. El cartel con el que ilustramos este artículo es muy convincente a este respecto, ya que él no tuvo nada que ver con las elecciones que ganaron otros. Y ahí tenemos a nuestro chavalote andaluz sacando pecho y con su lamentable mueca de "soy un triunfador"...
Porque escuchar cómo pregona fuera de Andalucía que tiene una furgoneta con la que se dedica cada fin de semana a recorrer pueblos es como para echarse a llorar. Porque ver en Madrid cómo se dedica a agasajar con regalos de toda índole a los compañeros de la dirección del partido es como para echarse a llorar. Porque escucharle cínicamente cómo critica a quienes no conocen la palabra dimisión por fraudes y manejos ilegales o antirreglamentarios, siendo él señor de esas lides es como para echarse a llorar. Porque ver cómo el PP de Andalucía pierde elección tras elección tras elección ante abrumadoras mayorías absolutas del PSOE y escucharle decir posteriormente que son los mejores resultados de nuestro partido para justificar su indecente permanencia en el cargo es como para echarse a llorar. Porque leer en la biografía que tiene colgada en la web del PP andaluz que es máster en alta dirección de empresas y funcionario de cultura en excedencia es como para echarse a llorar, llorar y llorar… Y llorar es lo que hace todo el partido cada vez que Arenas dispone algo para que un chantajeado Rajoy dé la cara en público en pos de recibir el sonoro sopapo que los envilecidos mezquinos como él terminan irremisiblemente mereciendo sin ánimo de hacer propósito de enmienda por sus despreciables actitudes hacia la militancia, el decoro y los principios del partido.
Como si Esperanza Aguirre no tuviera cosas más importantes que hacer antes que decir las verdades sobre este Chiquetete medrador... Pero tiene razón y no lo hace gratuitamente. Y eso es lo que verdaderamente enfada al señorito de Olvera, que desesperadamente trata de amordazarla a base de forzar a un aparato deslegitimado y sin orientación, que por agradecerle sus cargos no ven que se puedan hundir con él… Porque tienen una memoria flaca y selectiva para recordar precedentes de infructuosa mordaza a la poderosa presidenta madrileña por parte de personajes como Manuel Fraga, que lejos de apartarse de sus ideas de la juventud para aferrarse a las que defendió como ponente constitucional, trató de domesticar a nuestra Agustina de Aragón particular, haciendo el más clamoroso de los ridículos y restando, de paso, unos miles de votos a nuestro partido…
Un verdadero estadista sabe medir los tiempos en política, Javier. No va diciendo que está contra el Estatuto pero manda apoyarlo en el Parlamento. No va diciendo que está contra la financiación autonómica pero dispone la abstención en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. No va diciendo que es un demócrata pero se opone a la fórmula “un militante, un voto”. No va confundiendo a los demás con el concepto “elección” cuando en realidad habla de “votación”. No va diciendo en la web del PP andaluz que si es presidente se irá a los ocho años cuando lleva 35 sin ganar unas elecciones y sin contemplar el concepto de dimisión en ninguna ocasión. No va “apostando por la renovación” cuando el 89% de los cargos de decisión del PP andaluz llevan más de 12 años sin modificaciones. No va criticando que Cháves destine fondos públicos a la empresa donde trabaja su hija mientras su mano derecha y la de Zoido, es decir, Ricardo Tarno y Alberto Díaz, facturan cantidades desorbitantes a cargo del partido a través de su red de empresas (p.ej. Idea Asesores…)...
Alguna vez le he escuchado decir bravuconamente que prefiere que le teman a que le respeten. Ahora que sabemos exactamente como es. Ahora que hemos crecido con él. Ahora que ya le conocemos… sinceramente, ni le tememos, ni le respetamos…
