Dos características definen a la parte mas integrista de la sociedad sevillana: el continuo mirarse al ombligo y la resistencia a los cambios aunque lo segundo es una consecuencia de lo primero.
Expresiones como “Sevilla casi na”, “como se vive en Sevilla no se vive en ningún sitio”, etc, no son mas que formas de un nacionalismo en estado embrionario, de charanga y pandereta, pero que, llegado el caso podría evolucionar al virulento que observamos en otras regiones de España.
La consecuencia de estos pensamientos retrógrados es, para qué cambiar nada, si somos, según ellos, los mejores del mundo mundial. Sevilla ha pasado de ser una de las ciudades mas importantes del mundoen siglos pasados a una ciudad sin influencia ni poder algunos que cada día pierde mas peso en el conjunto nacional. En Andalucía Málaga ha evolucionado mucho más y, a pesar de que no es la capital de
Me viene todo esto a la cabeza estos días en los que se celebra
La clase política, en su miopía se muestra incapaz de evolucionar este festejo totalmente decimonónico, que da la imagen mas casposa de una ciudad que aún no ha llegado al siglo XXI.
Una portada de tecnología atrasada, cara y cateta, una recogida de basuras medieval, unas casetas angostas que rezuman mugre por sus horripilantes lonas, peligro sanitario máximo, unos adornos en su interior de lo mas hortera y con el clasismo de "solo socios", una iluminación derrochadora y contra el medio ambiente, usando la misma bombilla que inventó Edison y una contaminación acústica para dejar sordos a todo el mundo.
A mi me hace mucha gracia ver como un ayuntamiento cuyo gobierno se autotitula “progresista”, "sostenible” e “igualitario” se suma con alegría a lo reaccionario, contaminador y clasista.
Los de la oposición, tampoco dicen nada, pero es que estos son centristas es decir acomplejados, mediocres, con poco espíritu y están “payudá”, al PSOE, claro, que eso le ordenaron a Don Mariano en Méjico hace unos dos años para poder aspirar a ser presidente del gobierno alguna vez... cuando le toque que eso lo decidirán en la Gran Logia.
Pues nada, azuquiqui, arrititrán tran tran y riá pitá, riá pitá que dicen los abertzales hispalenses mientras hacen aguas menores en todos los rincones de la calle Virgen de la Cinta, ritual que, año tras año se repite contraviniendo el lema ese del ayuntamiento "Sevilla no ma meado".